El yo superior
En mi clase de
introducción a las ciencias sociales tocamos una vez el tema de las
identidades; estas posturas que nosotros tomamos en determinadas situaciones.
Durante aquella clase se leyó una lectura que, en cierta medida, explicaba las
razones por las cuales el hombre actúa de manera distinta con determinadas
personas/elementos que lo rodean.
Nosotros, al estar
expuestos ante alguien a quien desconocemos, nos comportamos de manera neutral,
de tal forma que ese otro no logra saber nada de ti; así no existirían
conflictos en nuestra relación con el exterior.
Pero, al conocer la
identidad del otro, tomamos un comportamiento distinto. Solo pónganse a pensar:
si nos encontramos ante un alto ejecutivo o una personalidad célebre nuestro
comportamiento siempre será el de agachar la cabeza o mostrar una compostura
decente. Sin embargo, si se cambiaran los roles y nosotros estuviéramos en los
zapatos del hombre/mujer importante, ¿importaría ser humildes o agachar la
cabeza? Hay que resaltar que no se debe generalizar, existen individuos que con
una jerarquía X son siempre decentes.
En síntesis, si
conocemos la identidad del otro, nos comportaremos según nuestro nivel. Ahora,
¿a qué se debe esto?
Hay tres
explicaciones:
Poder: El quién eres
es importante en una sociedad de rangos. Si nadie te conoce, nadie sabrá tu
valor dentro de la comunidad. Como el caso de un joven que es detenido por la
policía en una playa, es llevado a la comisaria y es tratado con insultos y
depreciaciones. Hasta que el muchacho demuestra ser hijo de un general y todos
en la comisaria cambiaron su forma de tratarlo por una más respetable.
Posición: Desde que
el hombre se incorpora en la sociedad, este ha dependido del reconocimiento.
Parece una necesidad primaria ser “alguien” dentro de un conjunto de personas.
La identidad permite posicionarte dentro de esta comunidad. Como el caso de un
hijo de un ejecutivo que, al estar mal vestido, se encontraba en el carro de su
padre esperando a que este saliera. Los señores de limpieza querían lavar el
carro y al ver al muchacho con mala apariencia le pidieron maleducadamente que
se retirara del auto. Hasta que descubrieron que ese muchacho era hijo del
dueño y se quedaron callados con la cabeza abajo.
Justicia: Así como
este poder conocido como “identidad” se puede usar para el beneficio propio,
también tiene su contraparte. Un oficial se encuentra en un taxi. Este vehículo
es impactado por un policía. Este último aprovecha su poder para inculpar al
taxista, hasta que el oficial que se encontraba como pasajero muestra su
identificación y aplica el poder que posee para ayudar al pobre taxista.
Ante todo esto, ¿qué
viene a ser el “yo superior”?
Como ya se dijo, ante
desconocidos, actuamos neutralmente. ¿Eso se aplica hoy en día? Salimos a la
calle, te cruzas con un extraño y no te saluda. Subes al micro, el cobrador
aumenta la tarifa y al defender tus derechos te insulta como si fueras su amigo
o familiar. Estás manejando, un taxista estuvo a punto de chocar contigo y las
groserías se expanden en el tiempo/espacio.
En conclusión, los
individuos iguales por desconocimiento de identidad ya no existen. Ahora el
hombre cree ser superior y por eso el trato hacia el resto es deplorable. Nos
convertimos en humanos egoístas, nos autoproclamamos “mejor que el otro” y por
eso somos una sociedad agresiva. Ya no importa si en realidad “eres alguien”,
con el simple hecho de tener una mentalidad absurda ya nos creamos la idea de
ser superiores.
¿Cómo cambiar una
actitud tan absurda como el “yo superior”? Entendiendo que somos iguales, que
todos merecemos el mismo grado de respeto. Pero al paso que va la situación…
empiezo a perder la fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario