el muchacho que sabía poco
Admito que
critiqué mucho este largometraje inglés basado en la novela de John Le Carré.
No entendía por qué las escenas eran tan largas, o, por momentos, muy breves
con cortes rápidos. Tampoco logré entender el trasfondo, mucho menos pude
seguir el hilo argumental.
Así que, no
conforme con lo que vi aquel sábado con mi padre y mi hermano (y que se
quedaron dormidos durante la función), decidí investigar, leer y comprender por
cuenta propio aquello que me dejó insatisfecho.
Wikipedia
fue una herramienta útil, me ayudó a estructurar bien la historia y comprender
al fin qué era lo que estaba viendo.
Tiempo
después le di una oportunidad. Aprovechando mi travesía por Polvos Rosados,
dentro de aquel costal de películas que suelo comprar cada mes o dos meses,
exijo que me den “Tinker, Taylor, Soldier, Spy” o “El espía que sabía demasiado”.
Una vez en
casa me arriesgo a entrar en un periodo de aburrimiento por 120 minutos. Al
final, todo lo contrario a aquel sábado con mi familia sucedió. Esos momentos
lentos y aburridos transcurrieron rápidamente. Me fue sencillo entender la
trama (claro que con ayuda del Internet).
Pero una
cosa no cambió. Esas dos veces que aprecié la película, disfruté mucho de la
escena final. Su orden, composición y música de fondo estaban tan bien estructuradas
que me dio una razón para volver a verla luego de aquella pésima primera vez.
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