La sociedad
pesimista
Teníamos a Richard Wagner y su muy bien recordada “Cabalgada
de las valquirias” (aunque haya ganado fama por “Apocalipsis ahora”). ¿O qué me
dicen de Vincent Van Goghg y su muy
impactante “Noche estrellada”? Ni qué decir de Picasso y la innovación del
cubismo con “Las damas de Avignon”. Y si lo vemos por el lado audiovisual,
Stanley Kubrick quedará en nuestras mentes gracias a su psicodélica “Naranja
mecánica”, o el muy bien recordado “El bueno, el malo y el feo” de Sergio
Leone.
Siglo XXI, Quentin Tarantino sigue produciendo/dirigiendo
películas. Damien Hirst es el artista más rico del momento. Y un coreano está
dando de qué hablar con su música a nivel global. ¿Es digna la comparación
entre estos precursores del arte con los ya bien recordado artistas?
Entendamos lo siguiente, el arte tuvo su quiebre en el siglo
XIX, si no me equivoco, cuando Marcel Duchamp lleva un urinario a un museo y
exclama “¡Esto es arte!”. Sea una crítica hacia el concepto de lo que es arte o
si realmente este hombre creía firmemente que este objeto es una obra, no se
puede negar que se dio inicio a una ruptura que va a perdurar hasta nuestros
días.
Entonces, teniendo en cuenta que el arte en la actualidad es
difícil de comparar con el pasado, podemos entendernos mejor.
Mario Vargas Llosa en su discurso “La civilización del
espectáculo” revela que el occidente ha caído en este tipo de sociedad y que la
define como grupo de individuos que su máxima es el ocio, entretenimiento y
diversión. La cultura se ha masificado, se concentra en la cantidad de los
productos pero no en su calidad. Por ejemplo, la literatura light, novelas
simples y sin complicaciones para entenderse; ¿pero cuánto podemos enriquecernos
con ellas? Es una especie de conformismo porque nos dan la sensación de
culturizarnos cuando en realidad requerimos de un mínimo esfuerzo intelectual.
¿Y a qué llamo yo la sociedad pesimista? Los intelectuales
que son capaces de ver la realidad tal como la describe Vargas Llosa son
consientes de que los productos culturales hoy en día han decaído
considerablemente. Digo, no puedes comparar a Francis Ford Copolla con Michael
Bay. O a simple vista una mancha de pintura se considera al mismo nivel que “La
Academia” de Rafael Sanzio. “La sociedad pesimista” está conformada por
aquellos expertos que niegan la existencia de un nuevo clásico.
Si son atentos a las opiniones que se le hace a cualquier
innovación técnica u “obra de arte”, se darán cuenta que se busca, sea de forma
general o minuciosa, una crítica negativa. No digo que sea malo ver los
defectos de algo/alguien, de hecho somos sinceros al admitir que algo tiene un
error. Ya que el ser humano no es perfecto, mucho menos sus propias creaciones.
El problema radica cuando no valoramos una obra por el
simple hecho de poseer un defecto, aunque sea en lo más mínimo.
Digo yo, The Dark Knight Rises es espontáneamente criticada
porque no fue superior a The Dark Knight. ¿Eso la convierte en una mala
película? Para nada, es un final digno para una trilogía épica. No es la
película perfecta que todos esperaban pero no se puede negar que sea increíble.
Supongo yo que las críticas son como un mecanismo para
evitar que una obra se convierta en un clásico. Dudo mucho que de aquí a 70
años queramos ver a Justin Bieber al costado de los Beatles o Rolling Stones.
Y sin embargo, este “mecanismo de defensa”, sea de la
crítica especializada o del público en general, se ha convertido en una
exageración. Si seguimos con este escepticismo, de aquí a 50 años no podrá
existir un clásico, sea cual sea su naturaleza, porque nadie se lo permitió.
Difiero con Vargas Llosa cuando afirma que cineastas como
Woody Allen son el equivalente a Andy Warhol en comparación con Picasso. A decir
verdad, difiero que Warhol y Picasso no puedan estar al mismo nivel. No sé de
arte, no me considero un experto y a las rejustas creo conocer lo más mínimo de
lo básico, pero me dejo llevar por mi subjetividad mezclada con la cultura
general.
No niego mi escepticismo con la visión estética de ahora.
No, mejor dicho, soy algo relativista. Pero también soy abierto a la idea de
que podemos estar presenciando una nuevo clásico. No me sorprendería (ni me
disgustaría) ver a Christopher Nolan como un genio del cine. No tendría ni una
objetividad con escuchar a un músico actual en la radio luego de unos 40 años
(siempre y cuando este demuestre talento y no sea una simple imagen). No me
molestaría presenciar una pieza de arte plástico controversial y paralelamente innovador.
Creo que es tiempo de ver con ojos sensibles lo que nos
rodea; ¿quién sabe? Puede que delante de nuestras narices haya un objeto de
culto para las futuras generaciones.