domingo, 12 de enero de 2014

¿Qué es un comunicador?

¿Qué es un comunicador?


Hoy en la tarde empiezo la rutina de salir de mi hogar por unas cuantas horas y nutrir mi cerebro con información que eventualmente me servirá para mi futuro profesional. Si bien quisiera tener más tiempo para no preocuparme de lecturas que debo leer en menos de una semana o trabajos que ponen en riesgo todo el curso, tengo una especie de ansiedad por volver a seguir con la rutina que llevo desde hacer tres años.

En los casi seis ciclos que he atravesado durante esta etapa en la universidad he ido descubriendo de a pocos la comunicación como profesión, importancia y responsabilidad. Así que en base a mis percepciones y experiencias me atrevo a escribirles qué pienso al respecto.

Cuando era niño yo quería ser arquitecto. Vi por primera vez una maqueta a temprana edad y dije “quiero hacer eso”. Claro que en ese entonces yo no pronunciaba bien la palabra arquitecto y más bien decía “artitecto”, ni mucho menos sabía a ciencia cierta cual era el trabajo del “artitecto”. Eventualmente mi padre me demostró que la arquitectura no era lo mío; a decir verdad, aun me lo sigo reafirmando. Veo una casa, un edificio, una construcción y mi único juicio de valor es una palabra que no logra definirlo en su máximo esplendor.

Pero algo que de pequeño me encantaba mucho era el cine. Todos los fines de semana era como una tradición implícita salir al cine en familia. Sí, veía todo tipo de cine, incluso aquellas películas que uno diría “qué clase de familia llevaría a su hijo de ocho años a verla”. Y debo agradecer que mis padres lo hacían porque, en caso contrario, mi manera de apreciar un largometraje como lo hago ahora no sería el mismo.

Del mismo modo, a los 14 años (o en segundo de secundaria) empezaba a sentir una urgencia de escribir. Si la persona promedio dice que su “cabeza” (refiriéndonos a su mente) es todo un mundo, en mi caso mi “cabeza” era todo un universo. Sea porque yo veía series, dibujos o películas muy “trilladas” o porque nací siendo medio loco, tenía una imaginación hasta de sobra. Pero las ideas que se originaban en cuestión de segundos se desvanecían del mismo modo. Entonces, con el fin de no perder ese banco de creaciones fantásticas, decidí abrir un archivo de Word y escribir. Sin ayuda de nadie y con el poco conocimiento que asimilaba de las clases de comunicación integral (posteriormente llamado “lenguaje”), redactaba como se me daba la gana. Sí, admito que era un niño que no le gustaba leer, como máximo leía las lecturas obligatorias en la escuela. Y si bien hubo ciertos libros que los terminé por cuenta propia, aún lo alcanzaba ese nivel de madurez por leer constantemente (y que admito que aun trabajo en ese aspecto).

Hasta que en una tarde almorzando con mi tía y mi hermana les hablaba (no recuerdo cómo llegué a ese tema) sobre cine y la cartelera del momento. Tanto conversaba que ellas me propusieron la idea de estudiar comunicaciones. Yo no estaba enterado sobre esa profesión. Toda mi vida me metí la idea, como un chip en un hardware de un robot, de que quería ser arquitecto e ignoraba otras profesiones. En un principio no comprendía de qué trataba ser comunicador, pero si implicaba saber de cine, estar vinculado en cine o escribir historias, ya me habían convencido.

No obstante, estaba regresando al mismo principio del “artitecto”. Creer que un arquitecto solo hace maquetas es, algo similar a, pensar que un comunicador solo escribe su cuento o hace su película.

Conforme iba transcurriendo el tiempo y el periodo escolar llegaba a su fin inminente, me informaba mejor sobre esta carrera y a groso modo entendí que el comunicador abarca distintas áreas como el periodismo, cine, televisión, radio, publicidad, marketing, en fin, todo lo que involucre crear y transmitir un mensaje o idea.

Una vez dentro de la universidad e intentando hacer vida social me topé con otra sorpresa. Además de las categorías que contiene la comunicación, existe otras dos ramas: la de la comunicación empresarial y del desarrollo. Claro, en su momento no le tomé importancia porque yo solo estaba mentalizado en lo audiovisual (especialmente cine) y algo de periodismo con publicidad.
Una vez que entré a la facultad y los cursos se orientaban (casi) únicamente a nuestra carrera, aprendí mucho más de lo que imaginaba. Según lo estudiado, defino la comunicación para el desarrollo como la manera en que el comunicador logra establecer un vínculo entre la población y el estado con el fin de generar una estabilidad en el que ambas partes estén conformes. Y sobre la comunicación empresarial, es el trabajo de crear un ambiente laboral donde los empleados se sientan conformes con la labor que realizan, con la interacción que tienen entre ellos y con sus superiores; así como la idea que la empresa transmite al exterior, no necesariamente al vender un producto sino como vender características de la empresa con el que se crea una suerte de “reputación”.

Pues aquí termina (en parte) mis conocimientos sobre los distintos ámbitos en el que se puede trabajar como comunicador. Pero la pregunta aún no se responde, ¿qué es un comunicador?.

Pues como lo habrán observado un comunicador es, creo yo, un creador de ideas que deben enviarse por distintos medios masivos. Sin embargo, no caigamos solo en esta definición. Un problema que he podido notar en mi entorno es que muchos quieren ser (y por momento me incluyo) productores de productos y no de conocimientos.

Me explico: al decir productor de productos es lo que he venido diciendo (crear tu spot publicitaria, planificar una campaña de marketing, producir un largometraje, escribir tu artículo periodístico, etc). Pero ser productor de conocimientos es encontrarle el por qué suceden las cosas y definir en dónde estamos.

En la universidad llevamos tantos cursos prácticos como teóricos. En los prácticos consiste más en emplear las herramientas o hacer trabajos de campo según la rama que se busca especializar. En la teoría se esconde toda el background, filosofía y estudios sobre la comunicación. Es cierto que esta carrera no tiene fórmulas como otras ciencias no consiste en resolver (muchas) operaciones matemáticas; no obstante, todo el material que se produce tiene una razón de ser y, sobre todo, una ética por seguir.
Asumo que por esta razón muchos de mis amigos creen que mis trabajos son muy sencillos. “Vamos, solo tienes que escribir tu texto”, “pero ya pe, grabas tu video y listo”, me dicen y si bien es gracioso escucharlo, del mismo modo es preocupante ya que se debe analizar muy bien un discurso antes de exponerlo.

Paralelamente, otros cursos de teoría nos sirven como ventana para el mundo actual y el qué puede hacer un creador de mensajes para cambiarlo. He llevado cursos donde se observa la educación, la sociedad, temas sociales, políticos que asumo que los pusieron en la malla curricular con el fin de hacernos reflexionar al respecto y tomar iniciativa.

Y como una crítica que la llevo guardando desde hace un buen tiempo, a menudo percibo que los comunicadores (no estoy diciendo todos), nos tildamos de intelectuales. Porque leímos ciertos libros, porque vimos determinadas películas o, en caso viceversa, porque no apreciamos tales películas o escribimos sobre ciertos temas, ya somos todos unos artistas/filósofos/profesionales como tal.

No dudo de la capacidad intelectual de alguien que hace todo lo que mencioné en el párrafo anterior. Pero creo que caemos en una especie de egocentrismo. Me pondré a mí como ejemplo ya que por momentos casi he caído en esa tendencia. Por determinados momentos pensaba que las películas blockbuster no alcanzarían un nivel de reflexión profundo y solo películas independientes, de bajo presupuesto o de autor pueden lograr ese nivel. O del mismo modo leer un libro o conocer de muchos temas me convertía en todo un ser culto. Pero realmente de toda la información que adquiría, ¿cuánto podía reflexionar? Y sobre todo, ¿estaba haciendo esto por querer enriquecerme de verdad o era solo una forma de demostrar superioridad?

Y casos similares los veo en otros aspirantes a comunicaciones. “No, que nadie entiende mi cuento porque no lo ven de la manera que yo lo veo”. “No, que cómo no vas a entender mi cortometraje si es una clara referencia a un problema social”, entre otras argumentaciones.

Caemos en el error de creer que nuestra forma de percibir la realidad o nuestras intenciones de crear mundos fantásticos o escandalizar al sobre exagerar las cosas es válido y, por ende, aceptado. Pues, es bonito que cada quien quiera ser creativo y todo lo que quiera, pero no necesariamente será aceptado como un buen trabajo.

Añadiendo un detalle más, a veces pienso (y espero equivocarme) que la comunicación más que ser un medio para argumentar es una vía para exponerse y crear atención. Estará mal que juzgue a las personas pero, por lo que puedo observar, de todas las personas que intervienen en clase (sea cual sea el curso) solo unos cuantos me convencen de que lo que dicen es por convicción y no por un tema de aparentar algo que no son o de aferrarse a una idea mínima porque “sonaba chévere” o solo porque quiero tener “todas las luces para mí” y ser el centro del universo.

Por mi parte me siento feliz de estar en esta carrera. He tenido mis momentos donde pienso si es la mejor opción la que he optado o si realmente esto es lo que busco pero a fin de cuentas no me imagino en otro sitio; aparte que no sé con exactitud qué se hace en otras profesiones (por ejemplo, pese a que me lo han explicado, no tengo bien entendido que hace un ingeniero; y por más que me lo repitan, quizás nunca lo entienda).

Sí, me falta aprender bastante y, más aún, me falta entrar al campo y comenzar de desenvolverme. Sí, creo estar seguro de lo que quiero hacer, pero siento que necesito recorrer más por la carrera.


Solo me queda seguir lo que queda del camino y recibir todas las experiencias posibles.

Dato Curioso: A History of Violence fue una de las primera películas que afirmó mi pasión por el cine

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