martes, 7 de enero de 2014

En términos razonables

En términos razonables


Admito que desde hace mucho tiempo me he vuelto muy gruñón, renegón o hasta insensible con las sucesos impactantes. Pero esta nota la redacto a manera de reto. Hace unos meses un amigo me abrió los ojos de manera interesante. Según él, empezar a escribir cuando estas enamorado o escribir cosas románticas es estúpido. En un principio era preocupante, analizaba su proposición y era cierto. Estar (o creer) estar enamorado fuerza a una persona a fantasear; y de la fantasía nace la imaginación de poemas, historias, canciones o cualquier otra expresión artística. Entonces, podemos afirmar bajo estas condiciones cualquiera se puede considerar un poeta.

Mi angustia se va incrementando al darme cuenta que una buena cantidad de mis textos surgen por la atracción hacia una persona. ¿Eso quiere decir que he sido solo alguien más del montón y no he innovado en nada?

Antes de que se adelanten a responder, permítanme contextualizar el asunto. Todos reclamamos, es natural y está bien dependiendo del cómo (o por qué) lo hagas. Algunos deciden mantenerlo en silencio, otros necesitan expresarlo abiertamente en redes sociales. Algunos reclaman problemas serios, otros se quedan en un estado de inmadurez. Por mi parte, admito que yo hago ciertas cosas públicas. El valor agregado a esto es que, a diferencia de un simple mensaje o un copy/paste de una frase interesante por Internet, yo hago mi mayor esfuerzo por contar el problema/situación a través de un texto que intenta estar bien redactado y bien argumentado. En síntesis, mi intención con las notas que publico por este medio son similares a los que escribiría una niña de 11 años que perdió la fe en el amor y cree que nunca se recuperará… la diferencia es que yo intento sacarle algo bueno al asunto. Sea entretenerlos a ustedes con una manera de narrar atractiva o hacer reflexionar a alguien que lo necesite.

Por estas razones, haré un esfuerzo por escribir sobre un tema romántico de la forma más racional y lógica posible.

Podría decir que me encantan sus ojos, su cabello, todas sus partes como un entero pero eso es demasiado cursi. Y no quiero caer en la cursilería. Lo más aproximado a un tema como este lo escribí en una nota donde comparaba el arte, la belleza y otros términos derivados con aquella persona que por un pequeño tiempo parecía especial.

Si me detengo a decirle que le daría mi corazón no serviría de nada. En sentido figurado me referiría a dar amor incondicional, algo bonito pero ¿luego qué?. Y si nos referimos al sentido literal, dudo mucho que sea una persona enfermiza que guste conservar órganos humanos.

Entonces creerán que me baso más en lo práctico ¿no? ¿Me refiero a dinero, bienes y servicios? Tampoco, dentro de la utilidad que tengan estos elementos, eventualmente la relación se sostendría en concepto concretos que si desaparecen, matarían la conexión.

Claro, puedo demostrarle que en mi estado más romántico soy todo un poeta y  que le “traería la Luna”. De nuevo, cursi y sin sentido. Es humanamente imposible traerle aquel satélite que se deja observar por las noches. Y si es que estuviera dentro de mis posibilidades, ¿de qué serviría? Lo más probable es que el gobierno me quite la Luna y lo convierta en propiedad de todo el Perú.

A estas alturas, si intentara enamorar a alguien con estas palabras quedaría en ridículo ¿no? Prácticamente he confesado que no puedo hacer ningún acto “romántico”. ¿O es que no me atrevo a hacer un acto cursi?

Quizás esté en lo correcto, quizás no analicé otras alternativas; pero lo único que se me viene a la mente que pueda darle a esa persona especial que sea duradero y de bonito detalle es mi tiempo. Solo piénsenlo, el tiempo es el único recurso que todos poseemos, que está en constante agotamiento y que no se puede recuperar. Desde el día que nacemos hasta el día que dejamos de existir tenemos una cantidad indefinida de tiempo en el que habitamos en la realidad y que lo distribuimos a nuestro antojo. Algunos optan por disfrutar todos los placeres que ofrece la vida, otros lo utilizamos para tener un futuro mejor planificado. El punto es que todos poseemos tiempo y nunca sabremos cuándo se acabará. Al ofrecerle mi tiempo, estoy renunciando a actividades, descanso o personas solo por estar a su lado. Al ofrecerle mi único recurso no renovable, me arriesgo a que mañana sea mi último día de vida; pero  disfrute las horas restantes con mucho gusto.

Además, el tiempo no solo es cuestión de entregar un elemento intangible sino también un tema de paciencia. Como todo ser humano me encantaría que los eventos ocurrieran rápidamente. Quizás somos egoístas por naturaleza y lo queremos todo instantáneamente. Pero si le entrego tiempo para demostrar afecto y cariño, esperaré lo que tenga que demorarse. Podría resistir un segundo, quizás dos días, podré 3 semanas, 4 meses no me harían daño, creo seguir viviendo en 5 años… no sé cuál será mi condición en 6 décadas, pero si sigo respirando como cualquier ser humano vivo entonces seguiré esperándote.


Y de esta manera concluyo un texto que lucha por no caer en la cursilería habitual… no obstante, al hablar sobre amor, ¿no es de por sí ridículo? Se los dejo como reflexión.


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