Víctima de un ¿robo?
Yo
sé que me falta mucha “calle” para aprender a vivir en un ciudad que cada día
se esmera por ser más peligrosa, pero me gustaría compartir lo siguiente.
Estaba en el micro de Kejvidsa, placa AOV 787 ruta EO 54 (Carabayllo – La
Molina) entre las 4:45 de la tarde. Pasando la Av Brasil, estábamos unos cuatro
o cinco pasajeros más el cobrador y el chofer. El conductor se baja y todos
disfrutamos el buen silencio (si es que existe este “elemento” como tal en las
calles de Lima).
Instantáneamente
se sube un sujeto y grita algo que no logro recordar en este momento para
llamar nuestra atención. Ese hombre saluda con mucho carisma al chofer (para
esto, segundos atrás el cobrador había abandonado el vehículo) quien le
responde de la misma manera. Entre los recuerdos vagos que tengo del momento,
el chofer le dice algo así como “no le vayas a meter el floro de que eres
choro” o algo así. No presté atención a lo que el hombre decía (por eso tengo
remembranzas débiles al respecto) pero se notaba que no se trataba de un
limosnero cualquiera. Podía ser muy carismático con su manera de tratar a sus
“clientes” pero al mismo tiempo pronosticaba que no se trataba de alguien
plenamente amable. Yo escuchaba música como para ignorarlo pero este señor
tiene la “decencia y educación” de quitarme uno de los audífonos del oído para
prestarle atención. Su discurso era el de hombre que había sido malo, que venía
de prisión, que quería hacer las cosas “bien”; pero todo eso era una metáfora
para amenazarnos, dándonos a entender lo que él era capaz de hacer si no
colaborábamos.
Una
vez terminado su discurso se acerca a cada pasajero y les entrega
inmediatamente un caramelo. A mí me dio un trato más especial, me da un bolso y
me dice “pon tu celular” mientras me daba la espalda y recogía alguna propina.
Me hice el loco, digo, si realmente me estuviera robando ya habría sacado un
arma y me estaría amenazando. Sin embargo, el miedo por lo desconocido estaba
ahí. Sí, admito que mi corazón palpitaba más de lo normal. Se voltea a mí y me
dice “ya, pon tu celular”. En un intento de hablar sarcásticamente sonreí y le
dije no. Pero le di una moneda de cinco soles y le devolví su caramelo. El
limosnero bajó y el chofer más el conductor estaban de lo más normal, como si
nada hubiera sucedido con los pasajeros. Claro que estos reclamaron, cómo es
posible que tanto el chofer como el cobrador permitieran que personas como
estas entraran y amenazaran a los pasajeros. Un transporte público, además de
cumplir con sus deberes de respetar las leyes de tránsito, debe velar por la
seguridad de sus clientes ¿no creen?.
“Oye
Sebas, no sea llorón, no te robaron nada”, dirán ustedes. Pues dependiendo de
la definición de la robar que manejen ustedes se puede interpretar esta
situación como un crimen o no. Según la
RAE, robar es “Quitar o tomar para sí con
violencia o con fuerza lo ajeno.” Bajo este concepto, pareciera que no hubo
robo ¿cierto?. Pero analícenlo bien, dice “con
violencia”. La violencia no es sólo física, sino pregúntenle a los que sufren
de bullying por medio de insultos verbales. Y eso que decía el señor
“limosnero” eran amenazas. ¿O es que acaso decir que ya le cortó la cara antes
a alguien es una manera de decir que no lo volverá a hacer? Y si es que este
argumento no los convence, tienen aquí otra enunciación de la palabra robo: Tomar para sí lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea. Este
sujeto tomó para sí lo ajeno, mí dinero. Porque si él hubiera pedido limosna
como alguien honrado y yo le hubiera entregado el dinero habría sido un acto
caritativo. Pero no, él utilizó una manipulación amenazante verbal para obtener
lo que quería.
No, no me robaron mi celular, me robaron cinco soles. “¿Solo cinco
soles Sebas? ¿Tanto escándalo? Agradece que no te hicieron nada”, podrá decir
uno. Pues nos hemos malacostumbrado a vivir siempre con el temor del crimen y
lo “mejor” que te puede suceder es que llegues vivo a casa, sano y salvo o que
a lo mucho te hayan robado algo. Y con esta situación se demostró que vamos de
mal en peor. Que podemos conseguir lo que queramos con la violencia. Que el
crimen nunca paga.
Sé que con esta nota no lograré que ese ratero pague por sus
crímenes, pero podemos empezar por algo: el cobrador y el chofer. Ellos no son
ladrones pero el simple hecho de conocer al perpetrador y permitir que entre al
vehículo los hace cómplices y son tan culpables como el ratero mismo.
Sí, me encantaría poder denunciar a la línea de transportes
(insisto: Kejvidsa, placa AOV 787 ruta EO 54 entre las 4:45 de la tarde aproximadamente),
es más si alguien supiera cómo realizar una denuncia de esta naturaleza le
pediría que me resuelva esas dudas. Pero si no es posible, al menos quisiera
que (si es que están convencidos de lo que digo) divulguen este caso. Yo sé que
lo que me ha sucedido no es nada comparable con lo que otros hayan podido haber
sufrido. Pero si podemos utilizar este medio como reflexión y como denuncia
contra un país que, y reitero de nuevo, se esmera por empeorar en cuanto a
criminalidad y violencia, entonces sentiré que habré aportado mi granito de
arena.
Y
por si lo olvidaron, se los repito una vez más: Kejvidsa,
placa AOV 787 ruta EO 54 (Carabayllo – La Molina) entre las 4:45 de la tarde.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar