¿Por qué la chica que lee no siempre es la ideal?
Hace unos meses leí un artículo muy simpático en el que se
argumentaba por qué se debía salir con una chica que lee. Sí, las pruebas eran
agradables, graciosas, curiosas pero, personalmente, no me parecían
convincentes.
Si mal no recuerdo, el texto explicaba que la chica que lee
es interesante y que posee miles de temas por debatir, que está enamorada de la
vida porque la expande con mil historias que nacen de mundos distintos
conocidos como “vidas personales” y así sucesivamente va llenando los párrafos
con ideas interesantes.
Entonces Sebas, ¿tú no quieres estar con una chica
interesante que pueda alegrarte la vida con su imaginación infinita? No es que
no quiera a alguien agradable a mi costado, es que no creo que el ser lectora
sea una característica determinante para decidir con quién quiero estar.
Creo yo que debemos partir por el hecho de qué cosa busca
cada uno. Uno quiere estar con una chica porque “está buena”, porque le gusta
su personalidad, porque tienen la misma afinidad o, en fin, porque tenemos
alguna razón para justificar nuestro agrado hacia alguien.
Asumo (no puedo dar un enunciado afirmativo) que el autor
busca una chica que tenga un hambre por
la lectura y que eso conlleva a una suerte de atracción porque él cree que la
chica intelectual es la que vale la pena. No voy a discutir sus gustos o
preferencias; pero bajo mis vivencias, yo siempre busco algo más en una chica.
Si me permiten emitir una opinión al respecto, estamos malinterpretando
lo que uno cree que es lo correcto con lo que es lo correcto para todos.
Sinceramente, yo no podría estar con alguien que, no importa cuánto haya leído,
tenga un corazón de piedra o sus principios digan poco o nada de ella. Me
sentiría increíblemente incómodo (y me ha pasado) estar al costado de alguien
que su nivel de “cultura” (refiriéndonos a la cultura como lo propone Mario
Vargas Llosa o cualquier autor moderno) esté en relación proporcionalmente
inverso a sus principios y valores. Es decir, me desagradaría alguien que tenga
tanto conocimiento pero carezca de sentimientos y empatía con el otro. De
hecho, y sintetizando lo que planeaba seguir diciendo, me desagrada mucho una
chica que no sabe comportarse o actúa de una manera incoherente con la vida. Me
desagrada la inmadurez.
Ahora extrapolemos el caso de la lectura con los intereses o
hobbies. Lo más probable es que me haya cruzado con chicas quienes comparten
los mismos gustos que yo: chicas que pueden seguir mi hilo de conversación si
les hablo sobre Call of Duty o que pueden nombrarme más de cinco superhéroes de
Marvel o con quien puedo debatir sobre la derrota del Undertaker en
Wrestlemania. ¿Es un determinante estas características para definir si quiero
salir con ellas en un plan que va más allá de “solo como amigos”? Ya deben
imaginarse mi respuesta.
El ser lector debe estar en un conjunto que agrupa
características como artístico, deportista, ingenioso, etc. ¿Son estos
atributos un sinónimo de “bueno” propiamente dicho? No lo creo, para que
entiendan mejor (si es que los estoy enredando), estas particularidades
pertenecen a un listado de “elementos físicos”. Ustedes dirán que hay
proposiciones en este listado que no son observables; pues no los vean como
ideas que deban ser tangibles, sino como características superficiales que no
determinan el nivel de bondad o maldad en una persona. Si lo entienden mejor,
veamos el caso de Hannibal Lecter: un hombre muy culto e intelectual que
devoraba personas. En el campo de la historia, Hitler tenía un gusto y
desarrollo por el arte muy definido; y sin embargo, hagan una cuenta de cuántos
judíos asesinó en el holocausto. Lo menciono como dato aparte (y muy personal):
constantemente soy testigo de personas que odian al otro por la forma como hablan,
ríen o hasta respiran. Digo yo, ¿es justificable odiar por estos motivos?
¿Acaso estas particularidades afectan a uno física, psicológica o
emocionalmente? Claro que no. Asumo que si piensas odiar a alguien debe ser por
un motivo mucho mayor (digamos porque es una persona muy egoísta, egocéntrica,
vanidosa, etc).
Es así que idolatrar a una chica por su físico, en mi
opinión, es tan ridículo como elogiarla solo porque lee más o posee otras
características vinculadas a la intelectualidad. Desde mi punto de vista (y
concepción sobre el atractivo de una mujer), si una chica se me acercara y me
dijera que le encanta leer a Stephen King, que no puede dejar de jugar GTA, que
se asombra como lucha Chuck Taylor y que prefiere ver Amazing Spiderman 2 en el
cine un sábado por la noche en vez de salir a parrandear, me atraería mucho la
atención. Pero todos esos puntos a favor caerían en contra si me demuestra
inmadurez y falta de principios y valores.
Por el contrario, si esta persona jamás ha visto una sola
película de Star Wars, si nunca ha tenido la dicha de jugar Metal Gear Solid,
si no sabe la diferencia entre Marvel y DC, pero tiene como atractivo su buena
actitud y una personalidad única, se ganó mi total atención.
Antes de terminar, quiero recalcar que no considero la
lectura (y otras manifestaciones culturales) como nimiedades. Al contrario,
creo firmemente que es importante nutrir el cerebro con algo de cultura (según
los conceptos modernistas). Pero insisto, no es determinante para asumir si una
persona es buena o mala; solo una característica más del individuo.
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