miércoles, 23 de julio de 2014

Aversión hacia lo bello: argumentación sobre lo bueno de la lucha libre profesional

Aversión hacia lo bello: argumentación sobre lo bueno de la lucha libre profesional



Este ciclo en un curso decidí realizar como trabajo final una campaña de divulgación para eventos de lucha libre profesional en el Perú. Fue una especie de reto porque el marketing no es lo mío; me agrada y me parece interesante pero no es en lo que pienso desempeñarme. Claro que tenía una mayor ventaja porque en cuanto al público consumidor, prácticamente, me he pasado como ocho años haciendo una etnografía (herramienta de investigación en la que el individuo se introduce en un grupo y participa en sus actividades para comprender al público) de manera inconsciente. Para mi proyecto debía entender cómo funciona la comunidad de la lucha libre en el mundo y en el Perú para proponer estrategias comunicacionales que los convenza de asistir a un show en vivo. Debo admitir que hice un poco de trampa en este trabajo porque, pese a estar años en contacto con estas comunidades, no pude encontrar medidas 100% efectivas que se adapten al contexto nacional. Entonces, si he agotado mis recursos objetivos y cuantitativos, sólo me queda emplear mi humilde opinión y subjetividad para defender uno de los pilares de mi vida.

Además quiero añadir una razón más del siguiente texto. A menudo (por no decir siempre) todas las personas me atacan porque me encanta este deporte. “No, que se ve muy falso”, “no, que es muy tonto o ridículo”, “no, que es mejor el MMA (artes marciales mixtas - Vale todo) porque se ve más real”. Pero nunca nadie se ha tomado la molestia de preguntarme por qué a mí me gusta la lucha libre profesional. Por eso aprovecho esta nota para responder lo que jamás me preguntarán.

¿Qué es lucha libre profesional? Pregunté en la exposición final de mi curso de Medios y culturas digitales. Por más básico y tonto que suene, es necesario que lo entiendan. Lucha libre profesional no es ni box, ni MMA; mucho menos vale todo. Para que lo entiendan rápidamente, ¿recuerdan ese show que se transmitía (y se sigue transmitiendo) en ATV, donde unos gringos gigantes se agarraban a golpes y llaves en un cuadrilátero, en medio de miles de personas con pantallas gigantes y una escenografía espectacular? Ya, eso es lucha libre profesional. Ese deporte espectáculo en el que dos o más individuos luchan entre sí para ganar y que, por lo general, narran una historia entre el bueno y el malo. Y no me digan que nunca han visto lucha libre,  es una mentira desconsiderada . Ojo, no estoy asumiendo como verdad absoluta que les guste, solo digo que saben a qué me refiero cuando me refiero a la lucha libre profesional. No hay excusa alguna.

¿Por qué me fascina ver a dos tipos sacarse la mugre por 10 o más minutos, y en la que personifican prototipos del bien y mal? ¿Acaso eso no es para niños? Es lo que una persona me diría normalmente. Pues, entendamos una cosa: este deporte es un relato. A diferencia del fútbol, béisbol, vóley o cualquier deporte que ustedes catalogan como “convencionales”, la lucha tiene como objetivo entretener a un público. Sí, el fútbol también divierte a la gente, pero dudo mucho que la intención del futbolista sea divertir a los millones que lo están viendo. Dudo mucho (y corríjanme si me equivoco) que Messi antes de un partido se proyecte a sí mismo diciendo “voy a divertir a todos en el estadio”. Claro, si lo analizamos desde un punto de vista semiótico o filosófico, toda actividad deportiva es una narración y un entretenimiento. La diferencia es la intencionalidad de los deportes. Todo deportista “convencional” juega para sí, para ganar; caso contrario del luchador, que tiene como objetivo servirle al público. Créanme, no me contagié con la fiebre del mundial pero no se imaginan la piel de gallina que se me puso cuando Daniel Bryan ganó el evento principal en Wrestlemania.

Siguiendo con la lógica de la narrativa, como mencioné párrafos arriba, todos reclaman porque “se ve muy falso” o “es imposible que en una lucha real se haga todo lo que se hacen en un cuadrilátero”. Pues hay tantas cosas que me encantaría resaltar de esto. Cuando ven a un luchador ser golpeado, ser arrojado contra la lona, caer fuera del ring, impactar la cabeza desde una altura gigante, ¿les parece falso? ¿De veras creen que eso es sencillo y que no merece ni un grado de respeto? Perdonen si alguno de ustedes tiene esa perspectiva pero me parece indignante y hasta ofensivo. Es como si yo, alguien malísimo para el fútbol (en realidad para cualquier tipo de deporte), diga que es muy fácil meter gol y que si me meten a la selección peruana los podría llevar al mundial. Sí, así de ridículo suena cuando alguien tranquilamente viene y dice “esto es falso”. Sobre la verosimilitud de la lucha libre, que si es posible que una lucha pueda tener el orden o estructura que tiene, déjenme preguntarles lo siguiente: cuando van al cine, leen un libro o ven una serie ¿reclaman de la misma manera? Digo, si argumentan que la lucha libre es aburrida porque “nada de lo que se hace sigue los parámetros de una lucha de verdad”, entonces asumo que ustedes no irían a ver el la próxima película del Planeta de los simios. ¿Quién creería una historia de unos simios con la capacidad intelectual de un ser humano? O ninguno de ustedes seguiría Game of Thrones los domingos por la noche porque, efectivamente, ni los dragones ni los White walkers existieron o existen, ¿verdad? Déjenme aclararles una cosa que creo haber aprendido en la universidad (y sobre todo en ciencias de la comunicación): todo lo que vemos es una ficción. Entiéndase ficción como una construcción del hombre al narrar algo. Star Wars es ficción, como lo es Invictus basado en la vida de Nelson Mandela. Ficción es Al fondo hay sitio, como también un noticiero (porque se anuncia un suceso desde el punto de vista de un tercero: el periodista). Si van a decir que no les gusta las cosas “ficticias”, entonces ni se les ocurra prender el televisor o leer una novela o ver una película.

Para los escépticos que aman el MMA/Vale todo, la argumentación de ellos siempre es “UFC es mejor porque se ve más real que tu lucha libre”. Ya hace unos meses hablaba sobre el tema de gustos e intereses y llegué a una conclusión que la emplearé como argumento en este texto: uno puede defender su postura del por qué le agrada o desagrada algo; pero nunca podrá decir que su objeto de fanatismo es mejor que otro. Porque así como esos argumentos se emplean para defender una idea, otro puede emplearlos como contraargumento. Yo podría decirles “pero yo no quiero ver una lucha que simule una pelea de verdad, yo quiero ver esa construcción de la lucha que tiene una narrativa distinta”. No puedo decir que la lucha libre es mejor que el MMA o viceversa, pero puedo decir que prefiero más uno que otro.

Pero dejemos de hablar sobre el individuo que desprecia o tiene cero interés por la lucha y hablemos de la persona potencial que pueda asistir a un cartelera nacional. A menudo me cruzo con personas que le gustaba o les gusta la lucha libre. Sea porque vieron la WWF de pequeños o porque siguen la empresa hasta la actualidad o tienen gustos distintos y ven empresas independientes. Por lógica, estas personas son un público más propenso a asistir a un evento de lucha libre en vivo. Claro, ¿cuáles son las chances de ver tu deporte favorito en tiempo real y frente a tus narices? Pocas, ¿verdad?. Y sin embargo los fanáticos mismos son escépticos de productos nacionales. No solo ocurre con este deporte, el problema se traslada a la cultura peruana. Tenemos la manía de matarnos entre nosotros, de meternos cabe. No digo que apoyemos cualquier cosa que se haga en el Perú, porque eso implicaría alabar todo incluyendo lo que es malo. Si vamos a darle respaldo a un producto peruano, que se lo merezca. En el caso de la lucha libre, se anunció que este 28 de Julio tendremos una cartelera con Paul London, Carlito y Hugo Savinovich, todos ex WWE al precio de 25 soles. Sí, la gente se emocionó pero no faltaba uno que otro reclamo como “los precios están altos” o “deberían traer a fulanito, ahí sí voy”. Pareciera como si estas personas no fueran conscientes de lo grande que está a punto de suceder. ¿Creen ustedes que 25 soles es caro para ver a superestrellas que solo puedes ver en vivo si viajas al extranjero? Comparen solo el precio de la entrada del show nacional con el precio del pasaje al extranjero más el precio de la entrada para el evento más la estadía. ¿Valdría la pena perderse la cartelera nacional por un precio así? Peor aún están los que reclaman porque una superestrella X no viene. ¿De veras se perderían de tres grandes nombres de la lucha libre solo porque tu favorito no está entre ellos? Además, entiendan que hace cinco años nadie imaginaba estrellas como estas en Perú y ahora los tienen en vivo y en directo. ¿Qué más se puede pedir?

Otro gran problema con el fanático de lucha libre en el Perú es su manía de comparar el deporte nacional con el extranjero. Está bien, es cierto que las comparaciones son odiosas pero siempre se dan. No obstante, el problema radica cuando tomas un producto y lo plasmas como un paradigma. Sí, la WWE es la empresa de lucha libre profesional más importante en el mundo, pero ello no significa que sea la única y que deba ser el estándar de cualquier organización. El peruano ha creado como una especie de norma en la que si la lucha libre no tiene los elementos formales de la WWE, entonces no es lucha libre. Pero también me he encontrado con casos de personas amantes de la lucha no necesariamente comercial (dícese del circuito independiente, mexicano o japonés) que también es reacio al wrestling nacional. De veras que la única respuesta que se me ocurre para este público objetivo es invitarlos cordialmente a que experimenten una cartelera. ¿Cómo pueden estar plenamente seguros que algo es malo si nunca lo han vivido? Es la única pregunta a manera de respuesta que puedo formular.

Creo que me he explayado y no he respondido lo elemental. ¿Qué es lo bueno de la lucha libre profesional? Personalmente, la lucha libre me transporta a una realidad alterna en la que vivo adrenalina y emociones a mil por hora; esa acción constante de enfrentamiento entre dos o más personas que hacen hasta lo imposible por salir victoriosos, sumado a las vibras del público no tiene nada qué envidiarle a un mundial o un Superbowl. Debo recalcar que la sensación que percibo al estar en una sala de cine es equivalente cuando veo un evento por internet o en vivo y en directo. Creo que la gente no logra entender el arte de este deporte porque lo ven con una perspectiva incorrecta o una indiferencia injustificable. Por esas razones creo que aborrecer la lucha libre es sinónimo de una aversión hacia lo bello.

Pero basta de hablar sobre lo que yo pienso. ¿Qué me dicen de ustedes? Si no les agrada la lucha libre, ¿a qué se debe? O ¿por qué no piensan darle una revisada a manera de curioso? Y para los que les encanta de manera enfermiza o simplemente les agrada ¿por qué?

Tributo a El Generico, muestra de por qué la lucha libre es sensacional