Aversión hacia lo bello: argumentación sobre lo bueno
de la lucha libre profesional
Este ciclo en un curso decidí realizar como trabajo final una
campaña de divulgación para eventos de lucha libre profesional en el Perú. Fue
una especie de reto porque el marketing no es lo mío; me agrada y me parece
interesante pero no es en lo que pienso desempeñarme. Claro que tenía una mayor
ventaja porque en cuanto al público
consumidor, prácticamente, me he pasado como ocho años haciendo una etnografía
(herramienta de investigación en la que el individuo se introduce en un grupo y
participa en sus actividades para comprender al público) de manera
inconsciente. Para mi proyecto debía entender cómo funciona la comunidad de la
lucha libre en el mundo y en el Perú para proponer estrategias comunicacionales
que los convenza de asistir a un show en vivo. Debo admitir que hice un poco de
trampa en este trabajo porque, pese a estar años en contacto con estas
comunidades, no pude encontrar medidas 100% efectivas que se adapten al
contexto nacional. Entonces, si he agotado mis recursos objetivos y cuantitativos, sólo me queda emplear
mi humilde opinión y subjetividad para defender uno de los pilares de mi vida.
Además quiero añadir una razón más del siguiente texto. A
menudo (por no decir siempre) todas las personas me atacan porque me encanta
este deporte. “No, que se ve
muy falso”, “no, que es muy
tonto o ridículo”, “no, que
es mejor el MMA (artes marciales
mixtas - Vale todo) porque se ve más real”. Pero nunca nadie se ha
tomado la molestia de preguntarme por qué a mí me gusta la lucha libre
profesional. Por eso aprovecho esta nota para responder lo que jamás me
preguntarán.
¿Qué es lucha libre profesional? Pregunté en la exposición final de mi curso
de Medios y culturas digitales. Por más básico y tonto que suene, es necesario
que lo entiendan. Lucha libre profesional no es ni box, ni MMA;
mucho menos vale todo. Para
que lo entiendan rápidamente, ¿recuerdan ese show que se transmitía (y se sigue
transmitiendo) en ATV, donde
unos gringos gigantes se agarraban a golpes y llaves en un cuadrilátero, en medio de miles de personas con
pantallas gigantes y una escenografía espectacular? Ya, eso es lucha libre
profesional. Ese deporte espectáculo en el que dos o más individuos luchan
entre sí para ganar y que, por lo general, narran una historia entre el bueno y
el malo. Y no me digan que nunca han visto lucha libre, es una
mentira desconsiderada . Ojo, no estoy asumiendo como verdad absoluta
que les guste, solo digo que
saben a qué me refiero cuando me
refiero a la lucha libre profesional. No hay excusa alguna.
¿Por qué me fascina ver a dos tipos sacarse la mugre por 10 o más minutos, y en la que personifican
prototipos del bien y mal? ¿Acaso eso no es para niños? Es lo que una persona
me diría normalmente. Pues, entendamos una cosa: este deporte es un relato. A diferencia del fútbol,
béisbol, vóley o cualquier deporte que ustedes catalogan como “convencionales”,
la lucha tiene como objetivo entretener a un público. Sí, el fútbol también divierte a la gente, pero
dudo mucho que la intención del futbolista sea divertir a los millones que lo
están viendo. Dudo mucho (y corríjanme si me equivoco) que Messi antes de un
partido se proyecte a sí mismo diciendo “voy a divertir a todos en el estadio”.
Claro, si lo analizamos desde un punto de vista semiótico o filosófico, toda
actividad deportiva es una narración
y un entretenimiento. La
diferencia es la intencionalidad de los deportes. Todo deportista
“convencional” juega para sí, para ganar; caso contrario del luchador, que
tiene como objetivo servirle al público. Créanme, no me contagié con la fiebre
del mundial pero no se imaginan la piel de gallina que se me puso cuando Daniel
Bryan ganó el evento principal en Wrestlemania.
Siguiendo con la lógica de la narrativa, como mencioné párrafos arriba, todos reclaman
porque “se ve muy falso” o “es imposible que en una lucha real se haga todo lo
que se hacen en un cuadrilátero”.
Pues hay tantas cosas que me encantaría resaltar de esto. Cuando ven a un
luchador ser golpeado, ser arrojado contra la lona, caer fuera del ring,
impactar la cabeza desde una altura gigante, ¿les parece falso? ¿De veras creen
que eso es sencillo y que no
merece ni un grado de respeto? Perdonen si alguno de ustedes tiene esa
perspectiva pero me parece indignante y hasta ofensivo. Es como si
yo, alguien malísimo para el fútbol (en realidad para cualquier tipo de deporte), diga que es muy fácil
meter gol y que si me meten a la selección peruana los podría llevar al
mundial. Sí, así de ridículo suena cuando alguien tranquilamente viene y dice
“esto es falso”. Sobre la verosimilitud de la lucha libre, que si es posible
que una lucha pueda tener el orden o estructura que tiene, déjenme preguntarles
lo siguiente: cuando van al cine, leen un libro o ven una serie ¿reclaman de la
misma manera? Digo, si argumentan que la lucha libre es aburrida porque “nada
de lo que se hace sigue los parámetros de una lucha de verdad”, entonces asumo que ustedes no irían a ver el la
próxima película del Planeta de los simios. ¿Quién creería una historia de unos
simios con la capacidad intelectual de un ser humano? O ninguno de ustedes seguiría Game of Thrones los domingos
por la noche porque, efectivamente, ni los dragones ni los White walkers
existieron o existen, ¿verdad? Déjenme aclararles una cosa que creo haber
aprendido en la universidad (y sobre todo en ciencias de la comunicación): todo
lo que vemos es una ficción. Entiéndase ficción como una construcción del
hombre al narrar algo. Star Wars es ficción, como lo es Invictus basado en la
vida de Nelson Mandela. Ficción es Al fondo hay sitio, como también un
noticiero (porque se anuncia un suceso desde el punto de vista de un tercero: el periodista). Si van a decir
que no les gusta las cosas “ficticias”, entonces ni se les ocurra prender el
televisor o leer una novela o ver una película.
Para los escépticos que aman el MMA/Vale todo, la
argumentación de ellos siempre es “UFC es mejor porque se ve más real que tu
lucha libre”. Ya hace unos meses hablaba sobre el tema de gustos e intereses y
llegué a una conclusión que la emplearé como argumento en este texto: uno puede
defender su postura del por qué le agrada o desagrada algo; pero nunca podrá
decir que su objeto de fanatismo es mejor que otro. Porque así como esos
argumentos se emplean para defender una idea, otro puede emplearlos como contraargumento.
Yo podría decirles “pero yo no quiero ver una lucha que simule una pelea de
verdad, yo quiero ver esa construcción de la lucha que tiene una narrativa
distinta”. No puedo decir que la lucha libre es mejor que el MMA o viceversa,
pero puedo decir que prefiero más uno que otro.
Pero dejemos de hablar sobre el individuo que desprecia o
tiene cero interés por la lucha y hablemos de la persona potencial que pueda
asistir a un cartelera nacional. A menudo me cruzo con personas que le gustaba
o les gusta la lucha libre. Sea porque vieron la WWF de pequeños o porque siguen
la empresa hasta la actualidad o tienen gustos distintos y ven empresas
independientes. Por lógica, estas personas son un público más propenso a
asistir a un evento de lucha libre en vivo. Claro, ¿cuáles son las chances de
ver tu deporte favorito en tiempo real y frente a tus narices? Pocas,
¿verdad?. Y sin embargo los fanáticos mismos son escépticos de productos
nacionales. No solo ocurre con este deporte, el problema se traslada a la
cultura peruana. Tenemos la
manía de matarnos entre nosotros, de meternos cabe. No digo que apoyemos
cualquier cosa que se haga en el Perú, porque eso implicaría alabar todo
incluyendo lo que es malo. Si vamos a darle respaldo a un producto peruano, que
se lo merezca. En el caso de la lucha libre, se anunció que este 28 de Julio
tendremos una cartelera con Paul London, Carlito y Hugo Savinovich, todos ex
WWE al precio de 25 soles. Sí, la gente se emocionó pero no faltaba uno que
otro reclamo como “los precios están altos” o “deberían traer a fulanito, ahí
sí voy”. Pareciera como si estas personas no fueran conscientes de lo grande
que está a punto de suceder. ¿Creen ustedes que 25 soles es caro para ver a
superestrellas que solo puedes ver en vivo si viajas al extranjero? Comparen
solo el precio de la entrada del show nacional con el precio del pasaje al
extranjero más el precio de la entrada para el evento más la estadía. ¿Valdría
la pena perderse la cartelera nacional por un precio así? Peor aún están los
que reclaman porque una superestrella X no viene. ¿De veras se perderían de
tres grandes nombres de la lucha libre solo porque tu favorito no está entre
ellos? Además, entiendan que hace cinco años nadie imaginaba estrellas como
estas en Perú y ahora los tienen en vivo y en directo. ¿Qué más se puede pedir?
Otro gran problema con el fanático de lucha libre en el Perú
es su manía de comparar el deporte nacional con el extranjero. Está bien, es
cierto que las comparaciones son odiosas pero siempre se dan. No obstante, el
problema radica cuando tomas un producto y lo plasmas como un paradigma. Sí, la
WWE es la empresa de lucha libre profesional más importante en el mundo, pero
ello no significa que sea la única y que deba ser el estándar de cualquier
organización. El peruano ha creado como una especie de norma en la que si la
lucha libre no tiene los elementos formales de la WWE, entonces no es lucha
libre. Pero también me he encontrado con casos de personas amantes de la lucha
no necesariamente comercial (dícese del circuito independiente, mexicano o japonés) que
también es reacio al wrestling nacional. De veras que la única respuesta que se
me ocurre para este público objetivo es invitarlos cordialmente a que
experimenten una cartelera. ¿Cómo pueden estar plenamente seguros que algo es
malo si nunca lo han vivido? Es la única pregunta a manera de respuesta que
puedo formular.
Creo que me he explayado y no he respondido lo elemental.
¿Qué es lo bueno de la lucha libre profesional? Personalmente, la lucha libre
me transporta a una realidad alterna en la que vivo adrenalina y emociones a
mil por hora; esa acción constante de enfrentamiento entre dos o más personas
que hacen hasta lo imposible por salir victoriosos, sumado a las vibras del
público no tiene nada qué envidiarle a un mundial o un Superbowl. Debo recalcar
que la sensación que percibo al estar en una sala de cine es equivalente cuando
veo un evento por internet o en vivo y en directo. Creo que la gente no logra
entender el arte de este deporte porque lo ven con una perspectiva incorrecta o
una indiferencia injustificable. Por esas razones creo que aborrecer la lucha
libre es sinónimo de una aversión hacia lo bello.
Pero basta de
hablar sobre lo que yo pienso. ¿Qué me dicen de ustedes? Si no les agrada la
lucha libre, ¿a qué se debe? O ¿por qué no piensan darle una revisada a manera
de curioso? Y para los que les encanta de manera enfermiza o simplemente les
agrada ¿por qué?
Tributo a El Generico, muestra de por qué la lucha libre es sensacional