martes, 31 de diciembre de 2013

Por muchos años mejores


Por muchos años mejores



Es bonito desearle al mundo un mejor año, como si los días y los meses fueran responsables de lo bueno o malo que se desarrolle en nuestras vidas. Sí, es una costumbre que debe tener miles de años de tradición y la seguiremos repitiendo por inercia.

Ahora, como se habrán percatado desde hace unos años, si algo está escrito en una de mis notas de Facebook o mi blog puede tratarse de una crítica de un largometraje, una historia que se me vino a la mente porque sí o una crítica hacia la manera de pensar o actuar hoy en día.

Pues tengo muchas películas que analizar y reseñar, pero ninguna se relaciona con el tema que tengo planeado hablarles; mucho menos tengo un cuento que narrarles con el tema de conversación de esta nota como eje argumental. Entonces, asumo que haré alguna especie de reclamo, crítica o reflexión al respecto.

¿Estoy reclamando sobre las personas que saludan por año nuevo? No, insisto como al inicio de la nota, es considerado desearle lo mejor a alguien por los nuevos 365 días que se vienen. El problema empieza con la malinterpretación de los buenos deseos o la verdadera esencia de las palabras que las transmiten.

Si yo digo feliz año nuevo o les deseo un buen año, ¿qué estoy queriendo decir? Que simplemente espero que este nuevo año sea bueno para todos. ¿Pero cómo estas palabras lo describen? Quizás me equivoque pero yo lo interpreto como si deseara que el tiempo sea el elemento responsable de las buenas “cosas” que les ocurrirá (o podría ocurrir).

Sin embargo, estamos cometiendo un gravísimo error. El tiempo no es una causa o razón de lo bueno o malo que nos pueda suceder. El tiempo es como una especie de recipiente donde se coloca todos los eventos o situaciones y que nos permite medirlos según la cantidad de espacio no físico que abarca. Véanlo de la siguiente manera, el tiempo es como un medio de transporte público intangible que viaja por un espacio invisible y en el que se suben o bajan todos los sucesos que nos ocurran sean por acción propia o causalidades de la vida. Obviamente una vez que el transporte llegue a su último paradero, nuestro momento en la tierra desaparecerá y para aquel instante habremos presenciado miles de sucesos que habrán hecho de nuestro viaje placentero o molestoso.

Por tanto, decir que un año fue bueno o malo está relativamente mal dicho. El año, los meses, los días, las horas, los segundos, en síntesis, el tiempo no fue malo. Malo fueron las malas experiencias. Siguiendo la metáfora del medio de transporte público, podríamos decir que el cobrador es aquel que permite cuántas personas y quiénes son los que pueden entrar. Bajo ese supuesto, nosotros somos los cobradores. El chofer vendría a ser esa entidad que dicta el ritmo con el que se viajará hasta nuestro punto final. Yo, como católico, digo que es Dios el que define en qué momento cesaré de existir; si ustedes no creen en ello les dejo a su criterio sobre quién o qué es el chofer del tiempo.

Como les mencioné hace casi tres meses, la vida está llena de eventos y situaciones (según las definiciones de la narrativa audiovisual) en el que el primero significa hechos ocasionados por las casualidades de la vida y el segundo relacionados con los actos humanos. En el transporte público del tiempo, estos dos tipos de sucesos son los pasajeros. Y como cobradores tenemos un cierto control sobre la entrada y salida de estos. Los eventos son inevitables, siempre subirán así se quiera o no porque tienen un asiento reservado. Las cuestiones de la vida que ocurren porque sí son parte de lo habitual. No podemos evitar que la vida interrumpa su orden natural. Sin embargo, las situaciones podrían estar a nuestro alcance. Ya que estas dependen del acto humano, nosotros como hombres podemos hacer algo al respecto. Podemos crear situaciones o contrarrestarlas. No será sencillo, pero es posible.

Así, me atrevo a decir que, salvo el tema de lo eventos, nosotros somos los responsables de que un año nuevo sea mejor o peor. Nuestras acciones son controlables, manipulables. El tiempo no decide si el año será bueno o no. Somos nosotros quienes trabajamos u holgazaneamos para que los 365 días cuenten con una cierta cantidad de situaciones agradables.

En conclusión, les desearía un feliz año nuevo solo para reducir el números de eventos negativos. Pero espero que el 2014 (y los siguientes años más) sirvan de oportunidades para esforzare como personas y así ser mejores. Que este nuevo año esté lleno de buenas experiencias.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cuidado a partir de las 10:00 p.m.

Cuidado a partir de las 10:00 p.m.




Él la agarraba de la mano cuando caminaban por las calles a las 8:30 de la noche. ¿Eran esposos? No, la situación de peligro constante después del primer ataque a Lima le dio al hombre una nueva forma de ver la vida y eliminar algunas tradiciones innecesarias. ¿Eran novios? No, apenas se conocían unas dos semana y luego de tanto insistirle, la chica accedió salir con él en una aventura un tanto peligrosa. ¿Eran amigos? No, que se hayan conocido hace dos semanas no era sinónimo del inicio de una amistad.

La agarraba de la mano porque era la única manera de mantenerla temperatura alta entre los cuerpos de estos dos. Las vestimentas abrigadoras no eran suficiente así que optaron por transferirse calor mutuamente.

-     Y aquí me reunía con unos patas para una partida de PES – él le dice señalando unas galerías
-     ¿PES?
-     Pro Evolution Soccer – ella no emite ningún comentario

La oscuridad, pese a las altas horas del día, no cubría toda la avenida. Este fenómeno se repitió constantemente desde “el día que el Sol se desenchufó”.

-     Mis patas y yo siempre nos mechábamos por jugar primero. La regla era los dos primeros que se sentaban frente al televisor eran los que jugaban y el resto esperaba

Ella seguía sin responder, solo caminaba y visualizaba (por el tiempo que le permitía la velocidad de su caminar) los restos de una avenidaBrasil descuidada. El frío aumentaba conforme el anochecer crecía, como si ambas materias se encontraran en una regla de tres directa: a más horas del día,mayor frío. Así mismo, el apretón de manos se incrementaba y recordándoles que no se debía a una atracción afectuosa entre ella por él sino por un tema de calefacción mutua.
La caminata se aligeraba con el dolor de manos que tenían ambos.Como si el esfuerzo físico del apretón reemplazara el dolor de piernas de tanto caminar.

-     Unas cuadras más adelante hay un complejo deportivo. Ahí hacían unos eventos de Smackdown… esas vainas
-     ¿Smackdown?
-     Sí, eso de unos patas que se golpean semidesnudos.Había un pata que tenía una máscara, se subía a la tercera soga y se tiraba como si nada
-     Ah – responde sin emoción, como si realizar todo aquello fuera tan normal como respirar

Al llegar antes de la bajada de la Costa Verde, ella se detiene y él la imita porque no tiene otra opción más que avanzar a su velocidad por el candado que formaron en sus manos. Ella observa el océano y él hace lo mismo sin entender por qué un escenario tan denso como el mar le fascina.

-     En ese complejo deportivo a veces hacían comic market – él intenta en vano cambiar su atención
-     …
-     Un tipo se disfrazó de Hulk… bueno… solo agarró un balde con pintura verde y se lo tiró en todo su cuerpo; solo tenía sus calzoncillos y nada más
-     …
-     Ah pero eso sí, había una chica que había construido como una réplica de las aves gigantes que salían en Avatar, le salió bien paja
-     …
-     ¿Te acuerdas de Avatar?, esa pela era paja, pero nunca la vi en 3D. Y eso que la vi como tres veces. El día del pre estreno, en el estreno y cuando re estrenaron una edición de no sé cuantos minutos que al final parecía la misma huevada..
-     Oye – ella lo interrumpe sin dirigirle la mirada
-     ¿Qué?
-     ¿Eso era tan importante?
-     ¿Ver Avatar?
-     Todo eso, jugar tus jueguitos, disfrazarse de superhéroes, ver tus peleas de catchascan, ir al cine… ¿eso era tan importante antes de todo esto?
-     No… también tenías que ver a Pearl Jam en vivo cuando podías… ¿has escuchado a Pearl Jam? – añade una broma a una conversación que tornaba serio
-     Para ustedes la vida era muy alegre
-     Sí… eh… tuvimos suerte… - él no sabía qué responder más que con la verdad y en tono indiferente como respuesta neutra para no empeorar la situación que estaba destinada a salir mal desde que ella accedió a salir con él

Ella lo mira a los ojos, con la misma neutralidad desde un principio. Se detiene a pensar en una respuesta porque agotó la paciencia.

-     Realmente tuvieron suerte – él no supo si ella lo decía para reafirmar lo que le respondió, si lo dijo como reclamo a su generación que disfrutó los buenos momentos o si lo dijo porque sí y nada más

Y ambos miran el océano, el su profundidad y los misterios que puede esconder… pese a que ya los develó hace muchos años.

Él revisa su reloj, había olvidado que lo tenía puesto. Con miedo revisó la hora y su temor aumentó considerablemente de manera que su piel tornó más blanca de lo que ya era (y a causa del frío).

-     Son las 9:48 – él cree que con solo decir la hora las cosas quedarían claras como el agua
-     …
-     Oye, ya falta poco para las 10
-     No vamos a alcanzar hasta La Molina
-     Pero si vamos a San Isidro quizás la hacemos.Esas cosas nunca han llegado tan lejos
-     La otra vez vieron a una de esas cosas en JavierPrado
-     No, te has hueveado
-     Igual, tenemos que salir de aquí

Él y ella sabían que no iban lograr recorrer todo el trayecto en poco 10 minutos o poco más. Encontraron un hotel en estado no tan deplorable, se escondieron en una habitación del tercer piso que tenía una vista hacia la intersección entre Sucre y la Del Ejercito.

Él ocupaba el closet vacío y sucio; ella, debajo de la cama enterrada en polvo. Los dos sabían las reglas:

-     No acercarse a 10 metros del mar
-     No rondar por las zonas más cercanas a la costa todas las noches a partir de las 10:00 p.m. hasta las 7 a.m.

Él y ella solo cerraron los ojos, algo absurdo porque con o sin sus ojos no podían observar el gran ejercito de crustáceos y moluscos mutantes que rondaban por las calles, ni mucho menos a los humanoides con caparazones de cangrejos. Aquello que si podían hacer (y tenía más sentido) era taparse las narices por el hedor a peces muertos y concentración de sustancias extrañas que existen al fondo del océano. A él le hacía recordar (en cierta medida) las veces que comía cebiche en Punta Negra con sus amigos todos los veranos; un pequeño sentido de nostalgia invadía su mente. En cambio, a ella se le enseñó que cualquier signo de mar u animales marinos era peligroso y se debía alejar lo más posible, algo imposible dada las circunstancias.

Las 10:00 p.m. es la hora que salen las criaturas más bizarras del mar… y también es la hora que no pueden escapar los muchachos de la zona.